Navidad con ingredientes importados
Javier Zabala Luminis Consejeros
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Javier Zabala
En época navideña, uno va a Bélgica esperando encontrar, principalmente, deliciosos chocolates. En cambio, llega la noticia de que el Primer Ministro, tras haber firmado el famoso pacto migratorio de las Naciones Unidas, se topó con tal desaprobación de la calle y los partidos de su coalición, que tuvo que ir a presentarle la renuncia al rey. El pacto es tan controversial que algunos, como los sagaces holandeses, lo firmaron con tinta blanca al meterle su propio adendo, mientras otros—como Australia, Suiza y Chile—se decidieron a no firmarlo y están en medio de una guerra de opiniones.
Coincidentemente con esto, el Banco Central publicó junto a su IPOM de diciembre, un estudio de la realidad del empleo en Chile, que aborda el efecto de los inmigrantes en Chile en las tasas de empleo, y de aumento de remuneraciones reales. De allí básicamente se puede concluir que la “jobless recovery” (la recuperación sin empleos) que estamos viviendo no es principalmente como la de los países con alta tecnología, que están reemplazando personas con máquinas y aumentando la productividad.
Acá la recuperación económica —que ya presenta cuatro trimestres consecutivos de expansión por encima del crecimiento potencial— no ha generado presiones sobre los salarios, pues por un lado, partió desde una base de notables holguras en la capacidad instalada, tras cuatro años de tasas de inversión muy bajas o negativas. Y por otro, porque esta recuperación fue en buena parte absorbida por los cientos de miles de inmigrantes que llegaron al país en tres años, que ya conforman el 9% de la fuerza laboral, y que toman muchas veces empleos informales, por cuenta propia, y/o sin visa de trabajo. Y que, por tanto, no quedan registrados en la estadística de empleo.
Es un hecho histórico que los inmigrantes, en cualquier parte del mundo, están dispuestos en un inicio a subemplearse, y que las autoridades deben fiscalizar que esto no se traduzca en abusos. Pero, como en el caso chileno en promedio estos inmigrantes tienen la misma o mejor escolaridad que la base trabajadora chilena (aproximadamente un 20%), es esperable que pronto empezarán a subir en la escala salarial a medida que su productividad se demuestre, y su situación migratoria se regularice. Es más, ciertos grupos de inmigrantes podrían acelerar que el mercado les reconozca su nivel profesional. Por ejemplo, los casi 400 mil arribados de Venezuela tienen tasas de educación terciaria tres veces más alta que la chilena y la gran mayoría de ellos, además, habla bastante bien inglés.
Mirando hacia 2019, dado que el mismo Banco Central estima un crecimiento de hasta 4,25%, y que con la inmigración controlada las tasas de aumento de fuerza laboral volverían al 1,5% histórico, es esperable que la demanda por trabajo empiece a superar la oferta y que esto se traduzca en dificultad de encontrar trabajadores calificados, y aumentos de salarios. En esa nueva mixtura de talento disponible, volverá a ser central saber elegir qué profesionales incorporar para lograr una receta tan tentadora como una galleta navideña.